¿Por qué en el Sagrado Corán se mencionan los nombres de los profetas, pero no los de los Imames?

Hawzah / Una de las preguntas más relevantes en el campo de la exégesis y las ciencias coránicas es por qué el Corán menciona los nombres de algunos profetas, pero no hace referencia explícita a los nombres de los Imames infalibles (P). En esta entrevista, un experto en temas teológicos explica la sabiduría detrás de esta cuestión.

Según informa la Agencia de Noticias Hawzah, esta interrogante se plantea frecuentemente en los estudios coránicos: ¿por qué el Corán menciona en detalle los nombres de varios profetas, pero no los de los Imames de Ahl al-Bayt (P)? ¿Se debe esto a una diferencia de rango e importancia, o existen otras razones más profundas?

Para abordar este tema, se realizó una conversación con Hojjatoleslam wa al-Muslimin Reza Purasmaeil, especialista en preguntas teológicas, quien ofreció la siguiente explicación:

En primer lugar, debemos entender la naturaleza y finalidad del Corán. Este es el último Libro revelado, enviado como guía para toda la humanidad en todas las épocas. Su propósito es proveer los principios esenciales para la guía espiritual y moral del ser humano, no necesariamente incluir todos los detalles o nombres propios.

El Corán no afirma que toda la guía esté contenida en él con detalle, sino que presenta principios generales y deja la explicación detallada a su intérprete autorizado, el Profeta Mohammad  (P.B.). El propio Corán declara que el Mensajero fue enviado para explicar y aclarar el Libro.

Por ello, en algunos temas, el Corán entra en detalles, y en otros, solo ofrece lineamientos generales. Este método se aplica tanto a los temas doctrinales como a los éticos y jurídicos.

Por ejemplo, el Corán insiste en la importancia de la oración, pero no describe sus detalles prácticos. Del mismo modo, trata ciertos temas morales con profundidad, mientras que otros, quizá de mayor relevancia desde nuestro punto de vista, no aparecen de manera explícita.

No se puede, por tanto, establecer una regla que diga que todo lo más importante debe estar mencionado con nombre propio o con detalles específicos. El Corán no sigue ese tipo de lógica.

Además, no todos los profetas están mencionados en el Corán. Existen muchos enviados divinos cuyos nombres no aparecen. Incluso, el número de menciones no refleja la jerarquía espiritual: por ejemplo, el nombre del Profeta Mohammad  (P.B.) aparece solo cuatro veces, mientras que el del Profeta Moisés (P.B.) más de veinte.

Esto demuestra que la frecuencia o presencia de un nombre no guarda relación directa con su importancia. El Corán es un libro de guía, no una lista de nombres. Los relatos sobre Moisés, por ejemplo, se repiten porque sus circunstancias históricas y su misión ofrecen más enseñanzas universales para la humanidad.

Respecto a la Imamato, el Corán ha presentado claramente sus principios generales, características y funciones, aunque no mencione los nombres específicos de los Imames.

Algunos eruditos, como el fallecido ‘Allamah Askari, sostienen que una de las razones por las que los nombres de los Imames no aparecen explícitamente es la preservación del Corán frente a la alteración. Es decir, si los nombres de los Imames hubieran sido mencionados, habría existido un fuerte incentivo político o sectario para manipular o distorsionar el texto.

Por lo tanto, la sabiduría divina pudo haber dispuesto que el Corán presentara el tema de la Imamato de forma implícita pero clara en su significado, de modo que la guía estuviera garantizada sin exponer el Libro al peligro de la alteración.

La estructura, forma de revelación y transmisión del Corán —a través de la recitación profética, la memorización de los compañeros y la escritura de los copistas— también garantizó su incorrupción a lo largo del tiempo.

En conclusión, la ausencia de nombres propios de los Imames no disminuye su verdad ni su autoridad. El Corán es el fundamento general, mientras que los hadices auténticos y las fuentes racionales complementan la comprensión del Imamato y confirman la legitimidad de Ahl al-Bayt (P) como guías designados por Dios.

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